La actriz y guionista que estuvo a cargo de adaptar las series gringas The nanny, Married… with children y That 70’s Show habla de lo latero que somos para contar historias y cómo tomó la quiebra de la productora Roos Films.
POR ALEJANDRO BRUNA. ENTREVISTA ESCRITA PARA 60WATTS.

¿Cómo asumiste el tema de Roos Films, que se fueran a quiebra?
Yo ya hice mi pérdida. Soy la única de los empleados a la que se le debe su sueldo desde noviembre. A todos los demás se les debe febrero, abril, marzo. Pero yo lo di por perdido. Es triste, eran una productora súper exitosa. Es súper malo para la industria. Independientemente de cuál fue el problema, que no está muy claro, no sabemos qué pasó. Un día nos dijeron: “Sabís, estamos con problemas de flujo de caja y no les vamos a poder pagar este mes”. Nadie puso problemas, estábamos produciendo cinco programas. En ninguna parte podíamos concluir que había un problema. Además que estos gallos tenían una rica mística de trabajo, con un grupo de incondicionales. Era súper agradable trabajar ahí. Por todos lados es súper doloroso. Yo puse mis manos al fuego esta vez y me las quemé. Pero no tengo ni por un momento la idea que fue fraude ni mala intención – nada. No sé qué pasó. Eso sí, yo creo que la industria de la televisión independiente ha sido abusada por los canales de manera horrible, hasta que se aniquiló.

¿Concuerdas con que hay una especie de crisis creativa en la televisión chilena?
¿Tú dices crisis en este momento? Crisis ha habido siempre. Ha sido la gran pata coja del arte en Chile desde siempre. Tenemos a Bolaño, a narradores poderosos… Y Bolaño es magnífico, pero te pasa que lo leí y lo primero que decí, es “este gallo no es chileno”. Este gallo no es chileno. Algo pasa. Algo tenemos truncado. Somos lateros contando historias. Y por otro lado tenemos a Pablo Illanes y Víctor Carrasco y un par más que han perfeccionado su técnica y su “guionística” y están en un nivel más competitivo, pero el resto está ahí, rascándolas.

¿Cómo ves el trabajo de ellos?
Pablo es el que más me gusta. Víctor es más serio. Es el más comprometido con nuestra identidad, si tu quieres, y él ha abrazado esa causa y a ido desarrollando y a encontrado un lenguaje y una forma para entretenernos con nuestra propia historia y para reconocernos. Y Pablo, Dios lo bendiga, ha aprendido a entretenernos, virtud que pocos tienen. No es que no se reconozcan las historias de Pablo, pero las historias de Pablo no están cargadas de identidad: están cargadas de acción, cargadas de drama. El tipo es entretenido.

¿Qué tenemos que aprender para tener un buen guión?
El guión tiene dos patas; una que es la literaria y otra que es la narrativa, y si querí, la técnica. Pongámosle la técnica. Tres patas. Antes éramos un cero a la izquierda en las tres y ahora hemos mejorado en una: técnicamente ya entendemos lo que es un guión, técnicamente ya estamos aprendiendo a organizar una historia. Hemos aprendido. Pero no hemos encontrado historias que contar, y eso no es de ahora, es de siempre. Eso sí, la televisión ha aprendido más que el cine. En el cine somos bien patéticos. Somos unos lateros llenos de justificaciones, pero somos unos lateros. Nos cuesta ene creer que se puede entretener siendo inteligente. Le tenemos miedo a la complejidad, a la inteligencia, a tantas cosas.

¿Cómo te enfrentas al guión?
Sufro lo indecible. Es lo más difícil que hay. Chile tiene una tranca con la narrativa que no entiendo. He aprendido a aceptarlo; a aceptarlo en mí misma y en los que me rodean, pero casi que tenemos una tara mental con la narrativa. Podemos jugar con las palabras, hacer cosas increíbles y preciosas, como las décimas y las payas; es un país repleto de poetas ingeniosos, delirantes y alucinantes, pero la narrativa, contar una historia es algo que nos cuesta ene. Da lo mismo si es propia o ajena, nos cuesta cualquier cantidad. No sé qué es lo que nos falta, si es una proteína que nos falta o si no tenemos tradición de contarles cuentos a los niños o nadie nos ha contado cuentos desde chicos, no sé qué es. Tenemos hasta problemas para contar nuestra propia historia. No sabemos hacerlo. Tenemos un problema. No sabemos hacerlo, no sabemos ni por dónde empezar ni por dónde terminar, y da lo mismo: es un virus que ataca a los que llevan 20 años en esto como los que están recién empezando. Así como los argentinos son secos pa’ la narrativa y pésimos pa’ la poesía, nosotros al revés. Afecta al guión como afecta a la novela, como afecta al cuento.

Estuviste en el seminario de Robert Mckee, “Chile Story.” ¿Qué fue lo que más te impactó?
Fue lejos lo mejor del año, lo pasé increíble y aprendí cualquier cantidad. Fue un lujo, realmente, aunque habían varias cosas él dijo que son totalmente de “perogruyo” de este oficio, pero que jamás nadie se las había dicho al medio chileno. Que el público importa. Que el público es inteligente. Que el público termina las historias. Que al público hay que seducirlo y que está dispuesto a ser seducido. Tantas cosas, que para nosotros los guionistas era revolucionario que se lo estuviesen diciendo a los productores y a los directores. No, pero aprendí tantas cosas, que no me podí preguntar eso – dice, y se ríe, dando por terminada la conversación.