La antimodelo y su empanada
Esto de Bolaño...
Les dejo un texto que escribió Diego Zúñiga para un ramo que compartimos en la Universidad. La ilustración es mía. Enjoy.
Roberto Bolaño:
Una hoja de su vida
Nació en Santiago en 1953, pero vivió fuera de Chile casi toda su vida. Polémico, humorista y un lector voraz, Bolaño fue desde vendedor de bisuterías hasta guardia de un camping; terminó viviendo junto a su señora y sus dos hijos en España como un escritor consagrado, hasta el día de su muerte. Para entender un poco al creador de Los detectives salvajes, acá un breve repaso de su vida:
D.F: Vivió toda su juventud en Ciudad de México; ahí tuvo su “educación sentimental” y escribió sus primeros versos. Se enamoró del Distrito Federal al punto de convertirlo en el escenario de varias de sus novelas, como se ve en Los detectives salvajes.
TRABAJOS: Antes que todo, Bolaño se consideraba un poeta; La universidad desconocida apareció de forma póstuma y reúne casi la totalidad de sus poemas. Otros de sus libros fundamentales son Estrella distante, Llamadas telefónicas y Nocturno de Chile.
INFLUENCIAS: Dice que los autores que más lo influyeron fueron Jorge Luis Borges, Enrique Lihn, Franz Kafka, Julio Cortázar y Nicanor Parra. En un momento reconoció tener en nuestro país afinidades literarias sólo con Pedro Lemebel.
CHILE: Luego de pasar por muchas ciudades del sur se radicó en México junto a su familia. Volvió cuando Allende estaba en el poder, pero luego del golpe en 1973 regresó a las tierras de los aztecas. Pasaron 25 años antes que volviera a visitar Chile fugazmente en 1998, pero sus declaraciones contra escritores nacionales generaron tal polémica que volvió a España sintiendo que no lo querían.
MUERTE: Falleció el 15 de julio del 2003 en Barcelona, debido a una insuficiencia hepática. Dejó inconclusa su novela 2666, que se publicó un año después con éxito rotundo. Luego de su muerte tradujeron Los detectives salvajes al inglés y fue considerada una de las 10 mejores novelas publicadas durante el 2007 en E.E.U.U., según el New York Times.
El guión escondido de Tennessee Williams
n 1957 Tennessee Williams, el escritor de memorables obras como La gata sobre un tejado de zinc caliente y Un tranvía llamado deseo, escribió un guión de cine que pasó sin pena ni gloria, incluso tras su muerte en 1982. Tennesse Williams era famoso por adaptar al cine sus creaciones teatrales, pero no por ser un virtuoso del guión cinematográfico.
Sin embargo, su joyita fílmica fue rescatada de una antología que se hizo a mediado de los 80 por Jodie Markell. Así, luego de más de 50 años de su creación, The Loss of a Teardrop Diamond (La pérdida de un diamante de lágrima) se estrenó en Estados Unidos.
Un filme que no estuvo exento de polémica – el 2006 se había confirmado la actuación de Lindsay Lohan (Chicas pesadas) para el protagónico, quien luego fue reemplazada por Dallas Howard. Además, a pesar de que la cinta estuvo lista el 2008, recién vio la luz este año, por problemas de presupuesto y post-producción.
Algo de columnista tendré...
"Alejandro Bruna publica en Latercera.com un artículo en el que anuncia la publicación de la serie de columnas ‘Me cago en mis viejos’, firmadas por Carlos Cay, y que el autor califica como “fenómeno literario” en España. Al mismo tiempo, desveló que detrás de esa firma se escondían diferentes autores como Ariel Dorfman, Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Rosa Montero y Juan José Millás".
El único error es que no desvelo nada, solo asocio. Lean el texto y veremos:
Irreverente columnista de El País es nuevo fenómeno literario en España
Las columnas de Carlos Cay, Me cago a mis viejos, se acaban de recopilar en un libro.
Así, el supuesto adolescente se desquitó con sus padres durante todo un mes escribiendo sus vivencias para el diario con más circulación en España (cerca de dos millones de lectores). Los mensajes se amontonaron, fue lo más leído en la página web del diario y se convirtió en toda una sensación.
El diario que tuvo a destacados contribuidores dentro de sus filas, como Ariel Dorfman, Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Rosa Montero y Juan José Millás, soprtó el aprecio (y desprecio) de los lectores por la controvertida columna, además de las numerosas especulaciones sobre la verdadera identidad del autor.
Un verdadero fenómeno, que culminó con la recopilación de las columnas en un libro (Me cago en mis viejos) de la editorial Edhesa, con ilustraciones por Eduardo Estrada, un nuevo seguimiento durante el mes de agosto de 2009 y una segunda publicación por la misma editorial (Me cago en mis viejos II). La mezcla de filosofía burda, situaciones risibles y conmovedores momentos han hecho que Carlos Cay sea un nombre reconocido, un seudónimo de ventas y un fenómeno literario.
El teatro marginal de Juan Radrigán
Fue cargador de la Vega Central, librero, y obrero textil, pero como dramaturgo, Juan Radrigán remeció el teatro chileno. Considerado el Samuel Beckett chileno, para la versión Bicentenario de Santiago a Mil vuelve Hechos consumados, una de sus obras más exitosas y reconocidas por la crítica especializada.
ENTREVISTA PUBLICADA EN KILOMETROCERO.
Sábado. La Plaza de Armas está repleta de niños bañándose en la pileta, capeando el calor de la tarde. Incluso los pintores que normalmente están al lado del café Marco Polo desaparecieron, pero ahí, tomando un café con leche, está Juan Radrigán, el dramaturgo oriundo de Antofagasta, ganador del premio Altazor 2005 por Beckett y Godot y que cuenta con más de 30 años de creación literaria y teatral. Hoy se reestrena una de sus obras más alabadas: Hechos consumados.
Con 73 años, el escritor cuenta con numerosas obras a su haber, además de reconocimientos varios, como el Premio Agustín Siré por trayectoria dramática. Dentro de sus obras más reconocidas está Hechos consumados, distinguida por el Círculo de críticos de Arte como Mejor obra chilena y ganadora de un Premio Apes en 1999 cuando Alfredo Castro la repuso, con Amparo Noguera y José Soza en los protagónicos. Incluso tuvo una versión cinematográfica, con Loreto Valenzuela en el protagónico femenino.
Y es que desde su estreno en 26 de septiembre de 1981, la historia de Marta y Emilio, dos marginados sociales que no tienen dónde vivir, ha conmovido a todo espectador que la ha visto. Ahora regresa en 2010 como parte de la selección Bicentenario de Santiago a Mil, bajo la dirección de Alfredo Castro y con Noguera y Soza en los protagónicos nuevamente.
Cuando hicieron el montaje en 1999, con Amparo Noguera y José Soza, ¿cuál fue su impresión de la puesta en escena, y en particular de la actuación de Amparo?
Muy buena, encontré la puesta en escena muy buena. Alfredo involucró a la clase media en la obra, algo que no estaba pensado. Y las actuaciones eran sorprendentes. Yo lo vería igual como lo hizo, pero me da la idea que va a cambiar a algún actor…
Los dos actores secundarios, Benjamín Vicuña y Pepe Herrera, serán reemplazados por Rodrigo Pérez y Felipe Ponce. Pero lo que le importa a Radrigán es que estén Noguera y Soza. “Esos son los pilares, desde que la hicimos con el Teatro El Telón. Trabajamos una propuesta completamente diferente. Cuando la estrenamos, el ’81, era otra cosa”, explica el dramaturgo, encendiendo un cigarro Kent Silver.
¿Qué es lo que más recuerda de ese tiempo?
Había una verdad, sinceridad, de cosa popular muy bonita en los actores. La unión me gustaba mucho, y la sencillez con que hacían la obra. Una sencillez aparente, porque es una obra difícil.
La soledad y la marginalidad son temas recurrentes en sus obras. ¿Cuál es la razón de reiterar su postura al respecto de esos temas?
La soledad y la marginalidad están trancadas en la sociedad chilena, en nosotros. Todavía persisten, están bien profundos y calan hondo. Es algo continuo. Aunque sea un país estupendamente sub-desarrollado, los temas se mantienen, porque desde la Biblia que le damos vuelta a la misma cosa: la soledad, la muerte, el desamparo, la necesidad de ternura.
En ese sentido, ¿cuál de los personajes en Hechos consumados requiere más ternura?
Emilio. Marta tenía una posición bien definida, a pesar de lo que le había pasado, él es mucho más desamparado. No tiene un lugar. Lo que cruza mi dramaturgia es la necesidad de un lugar donde existir. Eso es lo que se ve en la mayoría de mis obras. Han resistido mucho tiempo. No sé si habla muy bien de la sociedad, porque significa que no ha cambiado mucho,
En El loco y la triste vemos también una relación hombre-mujer de desconfianza y vulnerabilidad que llega a ser súper conmovedor, al igual que en Hechos consumados. ¿Cuáles son los paralelos entre esas dos obras?
¿Sabes lo que se me ocurrió mucho tiempo después? Debería haber escrito que todos los personajes se llamaran exactamente iguales en todas las obras. Que Marta y Emilio recorrieran las distintas obras, porque los personajes están muy ligados. El sentimiento los une.
Según usted, ¿con qué hay que irse para la casa luego de ver Hechos consumados?
Con el problema central, el enfrentamiento de los iguales, que por razones bárbaras y económicas se convierten en enemigos. Son transformados en enemigos, a pesar de ser iguales. Eso es lo más duro de la obra. Es algo que sigue. Estamos enfrentados dentro de la misma clase social. No se pelea con el otro, sino que entre nosotros.
Cuando escribió la obra, Radrigán explica que era en época de dictadura, cuando prohibieron las huelgas. “Cuando se declaraban a huelga, esperaban un tiempo muy corto, un mes, y no solucionaban el problema, sino que despedían sin ninguna consideración. Cuando una huelga llevaba 25, 28 días, empezaba a aparecer mucha gente afuera de la fábrica, esperando que despidieran para ir a pedir trabajo. No había solidaridad, era sálvese quien pueda. Es una de las cosas fuertes que me llevó a escribir la obra”, rememora Juan, encendiendo el segundo cigarro.
¿Es necesario el humor para tener una visión más completa de temáticas complejas?
Sí. No es que sea necesario, pero el humor le viene bien a una obra siempre que brote de la situación y no que sea un chiste impuesto por el autor, sino que de la misma situación salga. Es aireador, da un respiro el humor, siempre que no se transforme en sketch.
El absurdo de la obra se da por los absolutos. Para usted, ¿los absolutos son absurdos?
Más que los absolutos, las situaciones que no logramos comprender. Eso se torna absurdo. Que alguien no quiera correrse dos pasos para salvarse es absurdo, pero hay una lógica interna, dentro de la situación, que hace que tenga sentido, pero se torna absurda para los demás.
¿Cuál es la obra que recuerda con más cariño?
Beckett y Godot. Me encantó escribirla, me encantó como quedó y me encantó la actuación. Hay una medida para el autor, que es cuánto quedó plasmado de lo que quiso decir. Y ahí hay una correspondencia casi absoluta entre lo que yo quería decir y lo que quedó plasmado –finaliza sonriente antes de terminar su cigarrillo.
Hechos consumados
Dónde: Teatro La Memoria
Cuándo: 7-11; 14-16; 18 y 21 de enero. 21 hrs.
Cuánto: General $5.000. 25% de Descuento (Club La Tercera o Movistar) $3.750. Estudiante y 3ª edad $3.000
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