El concierto de Beyoncé mostró a la cantante más relajada y cercana que nunca: coqueta, sonriente, con mucho humor, guapa y exuberante. La ex Destiny’s Child dio un concierto redondito, bailable y sin una gota de divismo para sus fans.

RESEÑA ESCRITA PARA KILOMETRO CERO. FOTOS DE NATALIA BRUNA


Elton John no se movió de su piano. Madonna interactuó con el público, pero de lejos. Beyoncé, en cambio, cantó entre sus fans, sostuvo manos, habló con un fan de ojos llorosos, regaló toallitas con las que se secaba el sudor, y cantó “Feliz cumpleaños” a todos los cumpleañeros de este 14 de febrero. Porque a pesar de su éxito, fama y fortuna, la chica dorada del R&B sabe que se debe a sus fans y lo tiene claro. El concierto de anoche era para los que montaron a Beyoncé en un altar, sin darse cuenta que la diva gusta del reconocimiento, pero vive lejos del pedestal.

La noche partió con un atraso de 30 minutos, pero la introducción instrumental de “I Am…” desató gritos, dando paso al skit del tour “Déjà Vu”. Ahí apareció ella, con su traje ajustado, dorado, brillante y aleonado, cantando “Crazy in love”, pero mezclando canciones (“I Just Wanna Love U (Give It 2 Me)”, “Work It Out”, “Let Me Clear My Throat” y “Pass the Peas”). La euforia de los trece mil fanáticos ya estaba al tope con “Naughty Girl”, pero luego del cambio de vestuario, Beyoncé se dio el lujo de cambiar el tono cantando sus baladas.

Como una Venus morena, vestida de blanco y con un fondo marítimo, Beyoncé cantaba “Smash into you”, pero descendió rápidamente, emocionando a varios con su versión del “Ave María”, que mezcla “Angel”, de Robbie Williams y “Ave María” en italiano. Y luego ahí estaba ella, angelical, cantando de rodillas en el escenario, entre las manos de sus fans, que coreaban “Broken-Hearted Girl”, mientras ella sonreía y daba la mano a todos los que podía.

Dinámica, acelerada y con un repertorio que cumplir, Beyoncé voló a cambiarse nuevamente de ropa mientras mostraban escenas inéditas del video “If I were a Boy”, que lentamente se fundió con “You oughta know” y “California Love”. De eso pasó al video “Fierce Cheetah Diva”, y la princesa del pop cantó “Diva”, siempre coqueta y con una sonrisa para sus amigos santiaguinos.

Beyoncé no decepcionó – cantó de todo un poco y mostró hasta videos caseros de ella cuando niña. Hubo fragmentos de canciones que la definieron en el pasado, de su era Destiny, pero también cantó “Radio”, “Ego” y “Hello” sin parar de bailar, siempre con el pelo al viento y mientras dirigía al público para que coreara “To the left, to the left”.


Después del interludio de “Divinity Roxx Bass Jam/The Mama’s Medley” se proyectó un video, donde Beyoncé, vestida de blanco y pelo liso, saca una moneda de dos caras de su escote: una cara muestra a “Beyoncé” y la otra a “Sasha Fierce”, su atrevido alter ego. Beyoncé tira la moneda al aire y la agarra la mano de su “rival”. Ahí “Sasha”, luego de abrirse paso entre el público, subió al ring para bailar con sus musculosos bailarines, su cuarteto de féminas de siempre y para cantar “Baby Boy” mezclado con “You Don’t Love Me (No, No, No)”, seguido de “Irreplaceable” y “Sweet Dreams”.

Luego de ese vuelco, Beyoncé cantó “Listen”, la canción nominada al Oscar de la cinta “Dreamgirls”. Después fue el turno de la canción de otra de sus películas, “Check on it”, del filme menos exitoso “La pantera rosa”. Esos errores que hacen de la cantante y actriz más humana y querible, y que permite que la fanaticada le perdone todo y coree con ella “Bootylicious”, “Bug A Boo” y “Jumpin’ Jumpin’”.

Tras entonar “Upgrade U” y “Video Phone”, la cantante paró un segundo para respirar y conversar con un fan. “¿Cómo me llamo?”, le preguntó. “¡Beyoncé!”, le respondió el fan, al punto del llanto de pura emoción. “¿Y tú, cómo te llamas?”, remató la intérprete. “Antonio”, respondió él, lloroso. “Antonio, I love you”, le cantó Beyoncé, y ahí el compadre se derritió: recibió la toallita con la que Beyoncé se había secado el sudor de la cara casi con un infarto, y la leonesa, amorosa, entonó “Say my name”.

Penúltimo cambio de vestuario, a un vestido largo con el que cantó “At last”, la misma canción que bailaron Michelle y Barack Obama en la inaguración en la Casa Blanca. En la pantalla estaba Beyoncé como Etta James, un guiño a su próxima película. Eso después de cantar fragmentos de “Independent Women”, “Beautiful Liar” y “Survivor”, para los más fan de Destiny’s Child que de otra cosa. Luego voló a preparar el cierre, a ponerse un corpiño negro con corte de corazón, mientras mostraban videos de YouTube de sus fans bailando la canción del cierre: “Single Ladies”. Porque el cierre claramente estuvo siempre reservado para dos canciones. Primero, la más esperada, con “Single Ladies (Put a Ring on it)”, la euforia del comienzo del show se amplificó al triple, donde grupos de hombres y mujeres bailaban la coreografía en perfecta sincronía con su diva.

Pero luego de los ocho cambios de vestuario, la noche digna de MTV, llena de glamour, lentejuelas, canciones y sensualidad, llegó al cierre final, con un tributo a Michael Jackson con “Halo”. La diva se quedó sin palabras, pues todo el Movistar Arena Santiago coreó el estribillo. Ella, emocionada, humilde, cálida, agradeció con una de sus tantas sonrisas coquetas, y luego cantó cumpleaños feliz a todos los cumpleañeros presentes. Remató su despedida acotando que “I am… yours” (“Yo soy… suya”). Gracias Santiago. Gracias Beyoncé. Gracias Sasha. Y buenas noches.